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jueves, 22 de noviembre de 2012

El purgatorio griego

El purgatorio griego

La zona euro no resolverá la crisis de Atenas mientras no acepte una quita de su deuda

El fracaso de los ministros de Finanzas de la eurozona para resolver con cierta rapidez la angustiosa situación de Grecia no debería ser piedra de escándalo. No es la primera vez que las instituciones europeas demuestran su impotencia al tramitar una crisis de liquidez en un país intervenido. El ruido de fondo es el mismo que en las anteriores: las elecciones alemanas de 2013 condicionan cualquier solución pactada, la canciller Merkel hace propuestas a largo plazo que no solucionan las angustias del corto (defiende ahora una ampliación del Fondo de Estabilidad, con aumento de las garantías de los países a dicho Fondo para que Atenas recompre su deuda) y los ministros de Finanzas no pueden superar las discrepancias del Fondo Monetario Internacional (FMI). Es el mismo síndrome de bloqueo que ha impedido una política europea común contra la crisis financiera desde 2008.
La casuística varía, desde luego. En esta ocasión, el atasco proviene de una diferencia irreconciliable entre los ministros europeos y el FMI sobre el plazo en el que Grecia debe reducir su deuda desde el 180% del PIB actual hasta el 120%. El Fondo cierra el plazo en 2020 y Bruselas parece dispuesta a ampliarlo. Tal es el desacuerdo hasta ahora, irreductible. Porque a falta de detalles, hay acuerdo sobre las condiciones de estabilidad. La limitación del déficit hasta el 3% se exigirá en 2016, en lugar de en 2014, aunque el aplazamiento implique rascar otros 32.000 millones para Atenas.
No hay forma de cuadrar el círculo de la reducción de la deuda al 120% del PIB en 2020 sin una quita negociada. El bloqueo de los créditos a Grecia, los continuos aplazamientos de una negociación atascada y las diferencias entre Europa y el FMI nacen de la aversión europea a una quita escalonada y proporcional de la deuda griega. Tienen que participar en ella, es decir, pagar el coste correspondiente, las instituciones privadas y las públicas. Mientras los Gobiernos europeos no acepten esta sencilla verdad, Grecia seguirá en el purgatorio de los interminables eurogrupos que nada deciden (el próximo, el día 26) y la amenaza continua de asfixia financiera y acuerdos políticos in extremis que estabilizan la Hacienda griega hasta la próxima convulsión. Pero Bruselas no ha aprendido la lección principal: mientras no se despeje la crisis griega de forma definitiva hay riesgo de inestabilidad en el euro y seguirán abiertos los frentes de Portugal e Irlanda, como países intervenidos, e Italia y España.

 

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