No os perdáis el artículo del profesor Francisco Rodríguez Adrados, miembro de las Reales Academias Española y de la Historia.
Esa desgraciada letra griega: Y
"La Academia ha tomado nota, se
inclina a una actitud de mayor libertad. Hay que agradecérselo. La
norma es a veces necesaria, pero la libertad es sana. Además, a las
imposiciones innecesarias los hombres suelen responder con la
inobservancia. En casos como este, con el caos ortográfico".
Me refiero, claro, a la y griega.
No exactamente la Real Academia Española, pero una serie de
instituciones en conexión con ella querían llevar a una reunión de
Academias de la Lengua Española que va a celebrarse en Guadalajara
(Méjico) una propuesta para la reforma ortográfica del español en la que
figuraba, entre otras cosas, una propuesta para declarar extinto el
nombre de esa letra desgraciada. Se llamaría en adelante ye,
algo que, dicen, ya propuso en su día un gramático del siglo XIX y
que, además, dicen que se dice en algunos lugares de América.
Tontería, eso no es reforma ortográfica, es reforma de una nomenclatura.
Y es alentador en estos tiempos que la posible eliminación del nombre de la y griega
ha suscitado una rebelión popular en diversos lugares de España: ¡una
rebelión desinteresada contra una agresión a nuestra tradición! Y ello
en conversaciones a pie de tierra, a todo lo largo y ancho de España.
Y en internet también.
Alguien había de darles las gracias. Nos ha animado a los demás a
intentar salvar a esa letra, como símbolo de la defensa de nuestra
tradición cultural.
Y el pleno de la Academia
también ha tomado nota, ha debatido la propuesta e innecesaria reforma
ortográfica, que iba, parece, adelante. Yo no puedo dar detalles sobre
cosas internas, no lo creo correcto, pero todo hace esperar que la
reforma, tal como nos la traían, no saldrá adelante. Aunque todo
depende de la reunión de Méjico.
Las guerras lingüísticas son
muy duras y es mejor evitarlas. Recuerdo la que hubo, en la Academia,
entre los defensores de psicología, la ciencia del alma, y la
sicología, la ciencia del higo, ya saben.
A nuestra y griega la llamaríamos ye, ya digo. A mí, la verdad, me parece risible, me suena a los yeyés y las yeyés de otro tiempo. Dicen que de ye salió la palabra yeísmo, se refiere a una mala pronunciación de la ll. Pero más bien es al revés, del yeísmo (imitado de leísmo) salió la ye. Es una especie de invento de tebeo, completamente innecesario.
¿No es conmovedor que es estos tiempos haya quienes defienden el honor de una letra griega frente a una usurpación? Se llama griega por
su origen, como yo me llamo Rodríguez por mi padre (aunque ahora
parece que también esto está en peligro). Esa defensa habla bien de la
Humanidad, yo creo. Aunque no se trata sólo de esa letra griega, son
también otras letras griegas y latinas las que están amenazadas. Y
tildes sobre las vocales a las que llaman acentos, pero son aclaraciones
para bien comprender un texto. Yo leí en la Academia un pasaje de la
última obra de Vargas Llosa que sólo deja claro, solo dejaría confuso.
Pues bien, reunió el pleno
de la Academia y debatimos. Esto es, pienso, lo correcto. Y no ese
moderno sistema de las comisiones, propuestas, viajes, debates, «no se
preocupe, solo es un proyecto» y al final, el hachazo. No: la Academia
ha intervenido, quizá tarde, pero espero que a tiempo.
¿Qué ha hecho la desgraciada y griega, que nos ha servido fielmente durante más de 2.000 años? Pues eso, su pecado es ser griega. Ciertas palabras griegas con esa y pasaron al latín. La y sonaba diferente de la i, pero al fin su sonido se hizo igual y a veces, en español, la y griega se sustituyó, ortográficamente, por la i, así en latín Cyclops, que en español es cíclope. Y, como se usaba poco, se utilizó para necesidades que surgían, por ejemplo, la de denotar los sonidos iniciales de yo o yacer. Es, diríamos, una letra de lujo.
Llamarla ye,
ese invento, ¿qué ventaja tenía? Que sepamos, era tan solo un modo de
zaherir a los griegos, bastante maltratados, en España, por los planes
de estudios desde 1970. También en Europa, que lleva camino de negarse a
sí misma. ¡Zaherir a los griegos, que están en el centro de nuestra
cultura! En un asunto mínimo, pero significativo de un cierto fanatismo.
Ni más ni menos que otros detalles de la supuesta reforma. Resulta que a la c habría que llamarla ceta,
un engendro nacido del contubernio con otra letra griega, la zeta.
Resulta que el quorum latino habría que llamarlo cuorum o ponerlo en el
lazareto de la letra cursiva. Igual destino les cabría a latinismos
como deus ex machina, casus belli o ex cathedra, que se han incorporado
en nuestro repertorio de expresiones léxicas y usamos normalmente,
igual que usamos giros franceses o ingleses.
Menos mal que, magnánimamente, toleraba aquel anteproyecto que alguien a veces siguiera escribiendo la tilde de éste o que escribiera guión en vez de guion, que por lo visto les gustaba más. No tenía tanta suerte la desgraciada y griega.
¿Vds. creen que merece la
pena, para esto, tanta reunión, anteproyectos, dinero en hoteles y
aviones, para los tiempos que corren? Claro que es una migaja al lado
del día a día de la política.
En fin, ahora la Academia ha tomado nota, se inclina a una actitud de mayor libertad, propone dejar vivir a la y griegay
a otras cosas más. Hay que agradecérselo. La norma es a veces
necesaria, pero la libertad es sana. Además, a las imposiciones
innecesarias los hombres suelen responder con la inobservancia. En casos
como este, con el caos ortográfico.
Y, francamente, estoy
cansado de las hostilidades frente a la lengua griega y a su impacto en
la lengua española. Sin el griego, las demás lenguas se habrían
quedado en mantillas. Nuestro alfabeto es griego, griegas son las
palabras para hablar de la lengua: fonética, morfología, sintaxis, léxico, también poesía, historia, tragedia, comedia, química y demás. Y las latinas que traducen o modifican las griegas, tales acento, nombre, adjetivo, verbo, diccionario, ciencia y las demás. Y desde luego Academia,
que era el jardín sagrado en que se daba culto a Apolo, las Musas y el
héroe Academo, a la salida de Atenas, a poca distancia del Cerámico,
es allí donde enseñaba Platón. Tras el debate, surgía la iluminación,
nos dice en la República.
Época desgraciada la
nuestra, en que la cultura declina, en España y Europa. En que los
sucesivos planes de estudio, desde el 70, son antigriegos,
antihumanísticos en general. Parecido en Europa (a veces, no tan
malos). Y en que, pese a todo, seguimos siendo una potencia
internacional en el estudio del griego, tenemos alumnos que lo aman,
seguimos adelante.
Si es que realmente va a haber un cambio, convendría que los políticos tomaran nota de este tema. Hay un impasse,
se dice que la enseñanza va mal, esto era esperable desde hace muchos
años. Y las Humanidades, entre otras cosas, sufren. Y no solo la
economía —también es una palabra griega— es importante. Pero otras
varias cosas también.
Y, mientras tanto, se gasta
tiempo y energía en cosas irrelevantes, como esta innecesaria reforma
ortográfica de que hablo. ¡Pequeñas pataditas a inocentes letras
griegas!
Francisco Rodríguez Adrados es miembro de las Reales Academias Española y de la Historia.
Fuente: www.abc.es
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